UNA TARDE RENDIDA A LA LUZ DEL INVIERNO
Hoy el interior de las casas permanece con una luz tenue,
las sombras, los objetos a media luz y las paredes grisáceas
envuelven el humus de muchos hogares en Burgos.
Hoy las ventanas de mi piso no son cañones de fuego de un sol de invierno,
sus cristales están deslavados, pero parecen más limpios que nunca.
Los marcos de madera se encuentran más oscuros y más vetustos que ayer.
Hoy mi rostro mira por la ventana hacia arriba y ve un cielo empequeñecido,
me siento grande, pero con el corazón encogido,
rompo la lanza de un invierno lánguido y plomizo.
Hoy los árboles son reflejo de su cielo, su luz, por no ser avasalladora,
te desnuda y muestra las cicatrices del corazón herido.
Felipe Izquierdo Moreno